De todos es sabido que los bebés manchan. Manchan muchísimo. Primero son las caquitas, y la gran mayoría también las regurgitaciones (para los no entendidos en materia, es cuando un bebé toma leche y luego tira un poquito -o un muchito- ) y luego las papillas, la fruta, etc. También es verdad que hay bebés que casi no "tiran" y otros que hacen sus cacas asombrosa y perfectamente dentro del pañal pese a ser prácticamente líquidas. Los míos no. De hecho ambos han tirado mucho tras la toma, y ambos han hecho cacas líquidas, la pequeña además las hace de lado sistemáticamente así que sea poca o sea mucha, se acaba saliendo del pañal.
¿Resultado? Servidora frota que frota con el fairy. Si amigos, el fairy es un producto cuasi-milagroso que sirve tanto para manchas de leche como para las de caca. Las manchas de leche (no babas con leche, leche que estaba ya casi digerida pero el bebé vuelve a echarla) una vez secas en la prenda son algo horrible: la prenda se queda manchada de un tono amarillento y posiblemente no vuelva a ser la misma. Por su lado las de caca os podéis imaginar.
Con mi primer hijo una amiga que me vio desesperada por las manchas en la ropa que no se iban ni a la de tres me recomendó frotarlas antes del lavado con fairy. Le debo mucho. Me ha ido de maravilla el truco, eso sí, al tener dos niños manchándome ropa últimamente podía estar más de 40 minutos frotando antes de poner la lavadora.
Así que ahora, otra amiga que me vio desesperada por tanto frotar, me recomendó otro producto. Es de Mercadona, se llama "disuelve manchas enzimático", de Bosque Verde. Hoy mismo lo he utilizado y parece que ha ido estupendamente. Se rocía la mancha en cuestión antes de poner la lavadora (uno o dos minutos) y ya está. ¡Mi salvación!
Confieso que seguiré frotando de vez en cuando, cuando la mancha sea escandalosa y el producto poco pueda hacer. La verdad es que había probado de todo, muchos productos con enzimas que anuncian en la tele y que a mi poco me han servido, pero estos dos trucos funcionan, os los recomiendo.
¡Gracias Inés!