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miércoles, 10 de julio de 2013

Papá, vamos a hablar.



    Mi marido me ha contado una anécdota que no tiene desperdicio, la quiero compartir con vosotros porque me ha sorprendido y encantado a partes iguales.
 
    Resulta que anoche, después de cenar, mi marido acompañó a nuestro hijo mayor (32 meses) al baño a hacer el "pipí de la noche" antes de ir a dormir (sí, hace un mes que le quitamos el pañal para ir preparando la entrada al cole, ya os contaré qué tal en otra entrada). El caso es que todavía duerme con pañal por si se le escapa algo, pero antes de ponérselo intentamos que haga un pipí para que duerma seco. Pues ayer no quería hacer un pipí.  Mi marido insistía en que antes de ir a dormir "toca" hacer un pipí y entonces el peque-mayor le suelta (con su media lengua, que habla bastante bien pero no perfecto):
 
- Papá, vamos a hablar. No quiero hacer un pipí.
 
En tono tranquilo y conciliador, a lo que su padre contestó en el mismo tono:
 
- A ver, el papá se va a trabajar ¿verdad?
 
Y dijo:
 
- Sí.
 
Él le preguntó:
 
- ¿Tú crees que papá quiere ir a trabajar?
 
Y contestó que no. Entonces mi marido le explicó:
 
- Pero me tengo que ir a trabajar aunque no quiera porque así compramos comida y comemos en casa.
 
Entonces el peque-mayor, que ya se está haciendo muuuy mayor, le dice:
 
- Vale papá, entonces yo no voy a comer y papá no se va a trabajar.

 
    Y se quedó tan pancho, sin saber que había alegrado el corazón de papá para toda la semana.
 
 
 

viernes, 28 de junio de 2013

Pica-pica




 
     ¿A ti qué te pica? 
     No, no es que  nos hayan comido los mosquitos, que también. Pero se trata de otra cosa. Sí, lo hice, ayer concretamente.
 
    Ayer compré una barra gigante de picapica para tomármela con mis dos peque-mayores. Así es, asumo las consecuencias. Si alguien quiere gritarme que soy una mala madre lo asumiré. Pero entré en la paraeta a por otra cosa y las vi ahí, esperando, y pensé: ¿qué cara pondrán los enanos si les doy eso? Y lo hice, la compré. No hay excusas que valgan, fue a conciencia, aunque todo fue muy rápido. Basta de excusas.
 
    Esperamos a tomarla en casa porque en la calle no conseguíamos que bajase bien el picapica, si alguna vez habéis comido estas cosas sabréis que el plástico si se corta con los dientes (los míos, no iba a hacer también que lo cortasen ellos, eso habría sido ya demasiado) se queda hiloso y no cae bien. Yo no lo recordaba, con las prisas y la emoción del momento intenté dárselo en la misma puerta del kiosko (paraeta). Ellos también se emocionaron, les encanta probar cosas nuevas, máxime si proceden de un lugar lleno de chucherías. Pero todos tuvimos que esperar.
 
    Al llegar a casa después del paseo llegó el momento. Se habían portado genial toda la mañana, lo merecíamos. Dejamos a la bebé durmiendo plácidamente (por poco tiempo, porque es llegar a casa y abrir los ojos -y la boca) y nos dispusimos a sentarnos en el sofá. Una vez sentado uno a mi derecha y otro a mi izquierda corté, esta vez con tijeras, la barra de picapica por arriba. Les enseñé cómo tenían que poner la boca (abierta e inclinada hacia arriba para no derramar) y ¡a probarlo!
 
    Les encantó, querían más. Eso sí, sus ojitos se cerraban mientras sus boquitas sonreían picarosas. ¡Qué graciosos son! Poco a poco perfeccionamos la técnica entre los tres. Hubo que cortar varias veces porque chupaban el plástico sin querer y entonces se apelmaza el picapica y no sale bien. Pero fueron contratiempos sin importancia. Hacia el final les enseñé -aunque la pequeña no lo logró- que si echaban la lengua hacia atrás y el picapica les caía debajo de ésta era más intenso el sabor. El mayor consiguió hacerlo, cerró los ojos con fuerza. Genial.
 
    Fue divertido. Ahora a toro pasado soy consciente de que era azúcar a montones, y de que alguien querrá etiquetarme de mala malísima para siempre. Pero miren, soy así. También les castigo y les levanto la voz mucho más de lo políticamente correcto. Espero no perder su custodia por esto. No lo digan en público por favor. En cuanto a esto...lo siento pero me encanta compartir sabores de mi infancia con mis hijos. Ver sus reacciones, si les gustan las mismas cosas (aunque yo nunca he sido muy de picapica). Y sí, seguramente lo volveré a hacer.
 
 

lunes, 17 de junio de 2013

Si cierras los ojos...


 
    Ésta frase, popularmente atribuida a la célebre Mafalda, se entrelaza últimamente con mis pensamientos.  No tiene nada de cierto, el mundo no desaparece porque yo cierre los ojos, y los adultos sabemos bien que cuando los volvamos a abrir los problemas, las preocupaciones, las deudas, los conflictos, las guerras, todo seguirá ahí. También seguirá ahí la belleza de la creación, y nuestros seres queridos.
 
    No obstante es algo que los niños no saben, y es por eso por lo que muchos bebés lloran cuando no ven cerca a sus padres o a quien les cuida normalmente. Al desaparecer de su campo de visión los pequeños creen que desaparecen del mundo (en parte, desaparecen de su pequeño mundo) y se sienten solos, les da miedo y lloran. También les pasa algo parecido cuando son todavía muy pequeños y por eso hay muchos que no quieren dormir, pues piensan que lo que tienen cerca en ese momento (mamá, papá, su muñeco preferido, su chupete...) desaparecerá cuando cierren los ojos y eso les da miedo. Todavía no entienden que cerrar los ojos no es suficiente para que algo desaparezca, y por ello recomiendan los "expertos" que se les de algún muñeco o sábana que les guste mucho, para que al despertar la vean y poco a poco interioricen que no desaparecerá, y así vayan perdiendo el miedo a dormir o a estar solos.
 
    Pero la cosa no acaba ahí. Últimamente me he dado cuenta de que esa creencia dura más de lo que yo pensaba. Mi hijo mayor tiene ahora 31 meses y sigue creyendo esto. Tanto es así que en ocasiones, si le veo haciendo algo que no debe y se da cuenta, o si le riño, él cierra los ojos, con fuerza, para hacerme desaparecer. Más de una vez he tenido que plantarme delante suya y repetirle varias veces que  me mirase a los ojos durante una regañina, y por lo que veo es algo que seguiré teniendo que hacer con él, a no ser que lo desee tan fuerte que consiga "chas", desaparecerme.

jueves, 25 de abril de 2013

¡Bienvenida María del Señor!



Os presentamos a María del Señor, la nueva pequeña de la casa.
 
    Nació el pasado 21 de abril y gracias a Dios todo fue de maravilla así que madre e hija estamos estupendamente.
 
    Éstos días están siendo de adaptación para todos, especialmente para sus hermanos, que están encantados con ella pero no dejan de reclamar atención. Y aunque los primeros días suelen ser muy cansados en este caso estamos bastante descansados porque es una bendita  y duerme mucho y llora poco.
 
    La experiencia de tener un nuevo hijo es maravillosa, ser padres es a día de hoy lo que nos da la vida a nosotros y damos gracias a Dios por confiar en nosotros para cuidar a esta hija suya, y por su gracia, también nuestra.

jueves, 28 de febrero de 2013

El sospechoso



 

    Nuestros hijos comparten habitación desde que nos mudamos y desde entonces ha crecido la complicidad entre ellos. Es cierto que ésta surgió en el primer momento pero ahora que van creciendo se entienden mejor y disfrutan mucho de la compañía mutua. Esto ha coincidido con el tema de compartir la habitación y muchas noches (y tardes) antes de dormir arman un poco de jaleo.
    Normalmente la cosa está en que la pequeña permanece en la cuna de pie y el mayor le tira dentro sus muñecos, o ella tira los suyos fuera para que él se los devuelva. También muchas veces se alternan en hacer pedorretas para que el otro se tronche de risa (aunque insistimos en que es la hora de dormir en realidad nos encanta oírles reír). O el mayor se esconde tras la cuna y ambos se ríen al verse entre los barrotes.
 
    Otras veces uno de los dos está cansado y prefiere dormir, esto provoca que el otro o bien se entretenga solo por poco rato antes de caer, o que directamente se resigne a dormir.
    La otra noche parecía que el mayor estaba cansado y quería dormir pronto, así que cuando oímos ruidos y caer el chupete de la pequeña pensamos que ella trataba de provocarle para jugar. Así se lo dije a mi marido, y éste fue a la habitación a darle el chupete y tumbarla de nuevo; pero al poco escuché "mamá, llama al inspector Ayala que tenemos un sospechoso".
     Cuando aparecí en la habitación el mayor estaba sentado en su cama, pero todos los muñecos de su hermana estaban boca arriba en el suelo ordenados escrupulosamente. Le habíamos pillado, no había sido sólo ella, estaba claro. Y es que nuestro hijo es un pelín maniático y se dedica a poner muñecos, coches, libros o lo que tenga a mano para jugar en fila india de manera sistemática. Así que de poco le sirvió disimular, le tenemos fichado.

miércoles, 12 de diciembre de 2012

Adiós chupete, aunque sea por cabezonería


    Aunque nunca me ha gustado que niños que andan y medio hablan lleven todo el día el chupete puesto he de confesar que nosotros todavía se lo dábamos al mayor (que no es mayor el pobre, cumplió dos años el mes pasado pero como ya va a tener a sus segunda hermana...le toca ser el mayor) para dormir y por si había alguna rabieta pública a la vista. El resto del día el chupete estaba guardado y él sólo se acordaba si se ponía a llorar.
 
    Pero el chupete en cuestión estaba ya mugriento y asqueroso. Llevaba 6 meses, o quizá más, sin dejarnos cambiárselo. Aunque le ofreciésemos otros de similares dibujos y características él al metérselo en la boca y notar que no era el mismo -vamos, al no notarlo ya trabajado y asqueroso- se lo quitaba y reclamaba el suyo.
 
    Con esas estábamos hasta que hace dos sábados decidimos comprar uno y no pasar por el aro, o el nuevo o nada. Y si cabezones nosotros más cabezón el niño porque aunque aún no me lo creo HA DEJADO EL CHUPETE. Así como lo leéis. No quiere otro y tanto es así que tras una mala noche en la que le costaba dormirse cada vez que se despertaba porque no estaba el chupe ya no lo ha vuelto ni a pedir. Durante un día cada vez que lloraba o al acostarlo a la siesta o por la noche nosotros le preguntábamos si quería chupete, él decía que sí pero al darle el nuevo lo tiraba. Y al poco empezó a decir que no quere chupe. Nosotros sabíamos que el niño es cabezoncete pero no imaginamos que tanto, palabrita del niño Jesús.
 
    Así que, no hay mal que por bien no venga, ya no lleva chupete. Igual ha visto la señal que encabeza el post en algún sitio y ha pensado que ya es mayor para ésas cosas. En realidad estamos muy contentos y orgullosos de él porque aunque parezca una tontería es un gran paso, se hace mayor.


Pd: este blog, que es ocho meses más joven que el otro, ya le supera en visitas. Gracias! Aunque me da pena por Días de Claustrofobia que aunque siempre será mi primer blog, le dedico menos tiempo.

sábado, 1 de diciembre de 2012

Papá, te estoy observando

    En estas últimas semanas se ha dado en mi parroquia la segunda edición de la Escuela de padres. Han sido tres charlas sobre la comunicación en la familia, la comunicación con el adolescente y la comunicación con el niño. Para clausurar la última de las charlas, ayer, nos pusieron este video, que comparte nombre con el título de esta entrada:
    Con él nos han recalcado que los niños aprenden sus respuestas  a la vida de nosotros, sus padres, que somos su modelo a seguir. Seamos o no conscientes de ello, cada día están percibiendo como nos relacionamos con ellos, con la familia, con los amigos, con los desconocidos, y es clave para la forma en que ellos lo harán. Yo veo ahora los frutos de la educación (consciente e inconsciente) que me dieron mis padres. En muchas ocasiones me doy cuenta de que mi trato con desconocidos se asemeja mucho al que he visto siempre en ellos. O también suelto las mismas frasecillas para corregir a mis hijos, o discuto con mi marido empleando tonos parecidos a los que he visto en ellos.
    Los niños son esponjas, no sólo de muy pequeños puesto que las personas seguimos formando nuestra personalidad y nuestra manera de relacionarnos con el entorno hasta que entramos en la edad madura, y eso es bastante tarde. Por eso hemos de tratar de educarles para que sean generosos, pacientes, respetuosos, para que respondan con el bien... y la mejor manera de enseñarles es empezar por hacerlo nosotros mismos, predicar con el ejemplo.
    En las charlas también recalcaron la importancia de comunicarnos con cada hijo según sea él. Para ello debemos dedicar tiempo (es más importante en esto la calidad que la cantidad, así que los padres con poco tiempo también se pueden aplicar) a conocer profundamente el corazón de nuestro hijo, para ayudarle en la medida de sus necesidades y de sus capacidades. Para comunicarnos con él de manera efectiva pero sin hacerle daño. Para indicarles el camino, que es la finalidad última de nuestra educación, indicarles para que sean ELLOS quienes lo recorran.

lunes, 12 de noviembre de 2012

Ser madre

 
 
 
Lo vas a hacer bien.
 
    Hace unos días me llegó este video al correo. Dodot emociona con imágenes de los momentos más dulces del nacimiento de un bebé. Momentos llenos de alegría, de dulzura, y también de miedos.
 
     Y tranquiliza a las futuras mamás asegurándoles que "lo van a hacer bien". La preocupación por no llegar a ser una buena madre es algo común entre nosotras, ¿quién no ha dudado de si sabrá entender al bebé?¿quién no ha dudado de ser capaz de sacarlo adelante? Estos miedos no sólo son lógicos, sino que demuestran que ese hijo va a ser para nosotras tan importante como la propia vida. En su crianza se da lo mejor de una misma, se entregan sueños, ilusiones, fatigas, pasiones, se entrega el ser. Por eso estos miedos no son exclusivos de las madres primerizas. Cada hijo es diferente, nace en una situación familiar diferente, y la madre ha cambiado con respecto a cuando tuvo su anterior/sus anteriores hijos. En mi caso los miedos me han acompañado en cada nuevo embarazo. No me desvelan las mismas cosas, pero aparecen otras que también siembran dudas sobre mi maternidad.
 
    Como dice el video cuando nace un niño nace también una madre. Aprendemos a ser madres con nuestros hijos. Cada día estamos aprendiendo, los retos de hoy no serán los mismos que los de mañana, y los comportamientos o necesidades de un hijo no serán los mismos que los de otro. Cada uno es diferente, y se es madre, por primera vez, con cada hijo.
 
    Esto que digo es a la vez intrigante y hermoso. A mi me parece precioso poder ser madre diferente con cada uno de mis hijos. Eso es el ser madre, responder a cada uno por sí mismo, y esta reflexión me lleva a pensar en lo que Dios Padre hace también con todos nosotros, hijos todos pero también hijo cada uno.
 
   

martes, 6 de noviembre de 2012

¡Mira quién habla también!


 
    ¡La peque de la casa habla! Bueno, dice ya muchas cositas sueltas y algunas nos parecen realmente increíbles para los 10 meses que tiene.
 
    Hace bastante que aprendió a decir (conscientemente en la mayoría de las veces) papá y mamá, aunque bien es cierto que como el otro prefiere decir papá...debe ser que es más sonoro y les gusta más, me resisto a creer que conscientemente me vean sacarles de la cuna, cambiarles el pañal, darles la comida...y mientras ellos digan papá porque se acuerdan de él! Jajaja
Bromas a parte, hace bastante más de un mes que cuando dice hola (que en su boquita suena a hala, pero quiere decir hola) saluda con la mano. Y desde hace aproximadamente tres semanas a la peque le encanta decir galleta, sí sí, habéis leído bien, galleta. Nosotros fuimos los primeros sorprendidos cuando durante un almuerzo en el que les dábamos a ambos galletas la niña, esperando ansiosa que le diésemos un trozo, nos soltó un sonoro
 
-alleta
 
    Nos quedamos todos, incluso su hermano, estupefactos. No es algo que le hayamos enseñado ninguno y coincidiréis conmigo en que es una palabreja mucho más complicada de las habituales a estas edades. Pero esque por algún lado tenía que explotarle esa vena monstruo-de-las-galletas que ha heredado (y su hermano también) de su familia paterna. No es que lo dijese por casualidad, han sido ya muchas las veces que viendo que alguno nos comíamos una galleta o que nos disponíamos a darle una galleta a ella su dulce vocecilla ha pronunciado de nuevo esa palabrita.
 
    Además hace tiempo que dice cae al caerse o al dejar caer algo al suelo, y que llama tete a su hermano. O cuando se cae y le ayudamos a levantarse dice ya ta (ya está) o si le estamos limpiando la cara o cambiándole el pañal y quiere que paremos también dice ya ta. E incluso dice oca cuando quiere que le choquemos la mano... es muy graciosa!
 
    Y estos últimos días está mi madre en casa y como su hermano la llama yaya ella ya ha aprendido cómo tiene que llamarla, y por ejemplo al sacarla hoy de la cuna ha repetido varias veces ¿yaya?  con un claro tono interrogativo porque la estaba buscando.
 
    Al principo de la entrada os dejo la imagen de esta simpática peli de los años 90, no sólo por la relación con el tema sino también porque los niños dan un cierto aire a mis peques.

martes, 2 de octubre de 2012

La cadena del chupete

    Hace poco aprendí una nueva lección (bueno, esto ocurre casi cada día) de la maternidad. Es la relativa a las cadenas de los chupetes.
    Resulta que la última que estaba usando mi hija la habíamos tenido que dejar olvidada en un cajón porque aunque tenía mucho valor sentimental (la había usado la más pequeña de mis primas que ahora está en el cielo) nos estaba manchando la ropa. Era una cadena de plástico con un muñeco en la pinza, muy bonita, pero con la pinza de metal. Esta pinza, tras ser chupada una y otra vez por la chiquilla se había oxidado y estaba dejando sospechosas manchas de óxido en la ropita. Así que tenía que encontrar otra, y como se casaba la tía de los niños quería que fuese una bonita. No la quería de plástico, porque no lucen tanto; pero tampoco de madera porque la peque, que tenía 6 meses, se podía golpear con ella ( a los bebés les gusta arrancar la cadena y agitarla fuertemente...así que se dan golpes con ella). Para mi sorpresa encontré que ahora estaban de moda unas cadenas con una cinta de tela, muy monas, y me decidí por una de esas. Error. Los bebés, además de agitar las cadenas, las chupetean  todo el tiempo que pueden, así que siendo de tela y de colores claros, el mismo día que la estrenó estaba ya toda roñosa. Me cogí un cabreo que pá qué y ya no estaba dispuesta a cambiar más de cadena, se lavaba para la boda (con fairy, quitagrasas por excelencia para quitar manchas de babas) y punto final. Pero con esto terminé de configurar mi opinión sobre la cadena del chupete:
1. En casa no hace falta cadena, mis hijos suelen tener un chupete para casa y cuna (el mayor sólo para dormir que ya es mayorcito (22 meses) y otro para la calle. Para la calle hace falta cadena porque al menos a mí me da muuucho asquete que se caiga en la calle o en lugares públicos, e incluso en otras casas, y esto ocurre con frecuencia porque los mismos niños los lanzan para "comprobar cómo funciona la gravedad".
2. Las cadenas del chupete se pueden clasificar así:
·    plástico: Cuando los pequeñajos son bebés me gustan cadenas blandas y cortas, cortas para que no se les puedan dar la vuelta al cuello y blandas para que no se las claven. En realidad la mejor opción son las de plástico blando sin ningún tipo de muñeco ni nada que sobresalga, con un broche con pinza, también de plástico para que no manche la ropa al oxidarse por las babas del bebé.
 
 
 
·    plástico con pinza de metal: la pinza estropea la ropa. La imagen es una viariable de con pinza de metal que está ahora muy de moda.
 
 
 
 
 
 
 
·    tela/peluche: Existe también la opción de la cadena de peluche, que son muy monas para los bebés pequeños pero como ocupan tanto al final dejas de usarlas, estorban más que otra cosa.
 
 
 
 
 
 
 
 
·     cinta de tela:  Sobre las de tela que están tan de moda ahora sólo puedo decir que son una gorrinada, se ensucian mucho porque los niños las chupan todo el tiempo  y con ese material no resisten ni el primer asalto.
 
 
 
 
 
 
·     madera : Cuando los niños ya han crecido un poquito me encantan las de  cuentas de madera. Se pueden usar a partir de los 9 o 10 meses más o menos, antes no porque como decía antes los niños se golpean con ellas. Pero cuando dejan de hacerlo son una opción útil porque por su volumen no son fáciles de perder y además son muy vistosas.




 Espero que os haya podido ser de utilidad.

jueves, 12 de julio de 2012

Primeras papillas


    Como la peque de la casa ya tiene los 6 meses hemos empezado con la fruta. Hasta ahora no le habíamos introducido más que un poquitín de cereales porque estaba bien de peso y perfectamente nutrida, así que no era necesario, pero el momento de empezar a 'comer' tiene que llegar y ha llegado.
    Las primeras veces le ha costado. Ha hecho lo propio, empujar con la lengua la cuchara y la papilla como si estuviese mamando. ¿Resultado? Lo que se ve en la imagen, va saliendo todo de la boquita y hay que recogerlo y ofrecérselo otra vez. Así lo que sería una cucharada puede convertirse en tres o cuatro. Parece un tostón pero a mí me encanta, es muy gracioso y además aprenden rapidísimo la diferencia. Su hermano en la primera papilla la aprendió, ella ha necesitado unas más. Aunque si bien el segundo día tardó veinte minutos en tomarse un cuarto de papilla de frutas, en menos de una semana el tiempo se ha reducido a unos cinco minutos para  toda la papilla.
 
    Se está convirtiendo en experta, y le gusta. Así que la semana que viene empezamos con la verdura y en dos o tres días más algo de pollo con las verduras.
    ¡Ay! Cómo crecen.


martes, 12 de junio de 2012

En el paso de peatones


    Alucina vecina, me he quedado de piedra esta mañana con nuestro demolition-baby me-quedo-con-la-copla-mami.

    Resulta que hace cosa de dos semanas, cuando lo sacamos a pasear andando (que es las menos de las veces porque juntos nos resulta casi imposible por el horario de mi marido y yo sola me vuelvo loca) insitimos mucho en que espere en la acera y mire el semáforo. Las primeras veces parecía que le hablábamos en coreano pero hace unos días se empezó a fijar. Total que el otro día estábamos en un semáforo  parados (en coche, que me alucina más aún) el padre de las criaturas, las criaturas y una misma, y nosotros hablando de nuestras cosas. En eso que el niño dice:

- ojo

y pensé:

- ¿qué le pasa en el ojo?

e inmediatamente caí en que decía que el semáforo estaba en rojo! Quedamos impresionados (se nos cae la baba con nuestro pequeño demoledor, ¿se nota mucho?) y luego hablábamos de la posibilidad real de que hubiese sido efectivamente eso, etc.

Pero sí queridos, fue eso lo que dijo y ahora estoy más segura todavía porque hoy mismo estábamos en el carro-patinete-mamá-pato que utilizamos ahora para salir a la calle las criaturas y una misma sin ayuda de terceros y hemos parado en un paso de peatones. Yo me he embobado pensando en mis cosas y en eso que oigo:

- erde (verde)

y las dudas sobre si se fija en el semáforo, si entiende su significado y si sabe decir los colores que contiene se han disipado. El enano está aprendiendo civismo (RAE: Comportamiento respetuoso del ciudadano con las normas de convivencia pública) a marchas forzadas, así que como siempre digo continuaremos cultivando esas habilidades que en este tema son de una importancia crucial.

¡Bravo por el enano! (ya estoy con el chip pocoyó, pero lo dejaré para otra entrada).


Pd: las imágenes las hice cuando estuve en Berlín. Allí el hombrecillo del semáforo, popularmente conocido como AMPELMANN, es todo un icono de la cultura berlinesa.