Nuestros hijos comparten habitación desde que nos mudamos y
desde entonces ha crecido la complicidad entre ellos. Es cierto que ésta surgió
en el primer momento pero ahora que van creciendo se entienden mejor y
disfrutan mucho de la compañía mutua. Esto ha coincidido con el tema de
compartir la habitación y muchas noches (y tardes) antes de dormir arman un
poco de jaleo.
Normalmente la cosa está en que la pequeña permanece en la
cuna de pie y el mayor le tira dentro sus muñecos, o ella tira los suyos fuera
para que él se los devuelva. También muchas veces se alternan en hacer
pedorretas para que el otro se tronche de risa (aunque insistimos en que es la
hora de dormir en realidad nos encanta oírles reír). O el mayor se esconde tras
la cuna y ambos se ríen al verse entre los barrotes.
Otras veces uno de los dos está cansado y prefiere dormir,
esto provoca que el otro o bien se entretenga solo por poco rato antes de caer,
o que directamente se resigne a dormir.
La otra noche parecía que el mayor estaba cansado y quería
dormir pronto, así que cuando oímos ruidos y caer el chupete de la pequeña
pensamos que ella trataba de provocarle para jugar. Así se lo dije a mi marido,
y éste fue a la habitación a darle el chupete y tumbarla de nuevo; pero al poco
escuché "mamá, llama al inspector Ayala que tenemos un sospechoso".
Cuando aparecí en la habitación el mayor estaba sentado en
su cama, pero todos los muñecos de su hermana estaban boca arriba en el suelo
ordenados escrupulosamente. Le habíamos pillado, no había sido sólo ella,
estaba claro. Y es que nuestro hijo es un pelín maniático y se dedica a poner
muñecos, coches, libros o lo que tenga a mano para jugar en fila india de
manera sistemática. Así que de poco le sirvió disimular, le tenemos fichado.