viernes, 27 de enero de 2012

Que no me chupo el dedo!



      Bueno, más bien debería decir que no se chupan el dedo. Sí, parece que de momento me estoy librando de la maldición que muchos me echaban: sigue así que tus hijos también lo harán.

      La verdad es que al enano lo pillamos sólo un par de veces con el vicio, así que no se puede considerar vicio porque de aquello, además, hace ya cerca de un año. Y la enana nada, ha cogido el chupete como si hubiera tenido uno desde el vientre.

      Digo esto porque es normal que a los bebés les cueste cogerse al chupete, que lo empujen con la lengua (es una de las cosas que hacen para mamar bien, empujar con la lengua) y que se les caiga. No hay de qué preocuparse, y si además no le da por chuparse el dedo pues no pasa nada. Ahora, si el bebé en cuestión prefiere chuparse el dedo yo soy de las que creen que es mejor tratar de 'engancharle' al chupete. Lo digo por experiencia propia, creedme. Cuanto más se tarde más difícil es evitar que se chupe el dedo y ese vicio (por llamarlo de algún modo) pasa factura -estética, física y social-. Ya sé que muchos pediatras y psicopedagogos dicen que hasta los 3 o 4 años no es alarmante pero en realidad son muchas las personas que pasada esa edad ya no pueden dejarlo (el dedo siempre nos acompaña) porque si se ha hecho desde siempre se ha convertido en un vicio demasiado placentero para dejarlo porque sí. Por ello os aconsejo que si vuestr@ hij@ se chupa el dedo le pongáis chupete.

      Yo por mi parte estoy contenta porque a los dos les gusta el chupete, pero tampoco lo usan todo el día. El mayor (14 meses) lo usa sólo en la cuna y en momentos clave (lo llevo en el bolso de paseo para que pase desapercibido en determinados lugares o situaciones, como en la sala de espera del médico o el autobús) y a la pequeña se lo pongo para calmarla cuando ya sólo quiere teta para consolarse.


El enano en una de las veces que le pillamos. ¡No pude resistirme a hacerle una foto!

miércoles, 25 de enero de 2012

La pequeña Inés


Hoy hace 4 semanas que nació la pequeña de la casa, Inés.
Han sido días de adaptación y aprendizaje, pero sobre todo de recordar cómo era tener un recién nacido en los brazos, un recién nacido que viene de ti y que de ti lo espera todo. Esta es la experiencia más maravillosa que podíamos vivir. Ser padres es cada día nuestra razón de ser y como dice mi marido todas las molestias y sufrimientos merecen realmente la pena.